Ni me escuchas ni me ves.
Ni me sientes ni recuerdas.
Ni míseros alientos de vida me das.
Ni recuerdos ni dolor.
Algún día, como flor envenenada: dirás me falta esclavo de amor.
Algún día, con suspiros de cristales rotos dirás: volcán de amapolas y plebeyo de dolor cariñoso, me faltas.
Entonces ya no existiría ni oportunidad de morir, pues sólo tu sabrás el dolor exagerado de querer en silencio eterno, mi silencio, ya que el tuyo se derramó por la distancia.
Orgulloso de haber rechazado tus suplicas de cortesía y saber estar.
Orgulloso de rozar tus manos....
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