Resfriado en junio
Me he resfriado. Sí, sí, ahora en verano. Qué torpe soy.
Sé que esto te da igual, pero espera, que te voy a dar un consejo.
Ya sé que no eres mucho de consejos, pero hazme el favor por una vez en tu vida y léeme atentamente. Y por dios, no seas indiferente que te voy a contar algo muy serio.
Estaba yo anoche, con mocos, en mi cama, agonizando por respirar y pensé:
¿Por qué no disfruto de la vida cuando estoy bien?
Y no es que yo sea Jim Carrey o Maxi de “Aquí no hay quien viva”, todo lo contrario, pero… el viernes, me quedé reflexivo, me puse en modo filósofo y solté en el trabajo, la perogrullada de: “mi niño interior está muy contento”. Te quedaste sorprendido. Sí, se te notó muchísimo (“otra vez el tarao este”), pero no pasa nada, a mí también se me notará cuando lo dicen otros, digo yo.
Sucede lo mismo con las indirectas.
La primera: ¡Oye!, que el año pasado, aterricé con la Dulcinea y ploff, clavícula rota y dos costillas y pasé el calvario sin recibir una llamada ni WhatsApp, qué mala es la gente (van a lo suyo y a lo mío cuando les hago falta)
La segunda; “el buena gente” del pueblo, se ha terminado. Que ya no me usan más. Que el enano se va a enterar y que no voy a hacer una revolución en el nuevo puesto, que haré la tabla de Excel, pero que en cuanto pueda me voy. Joder.
¿Pero y digo yo, por qué no me dejo de tonterías e indirectas y lo suelto cara a cara y mirando a los ojos? Será que necesito beber más temprano. Supongo.
No sé si a ti te pasa, pero ahora mismo, lo que valoro muchísimo es algo tan simple como poder respirar bien.
Claro que luego cuando me recupero, vuelvo a quejarme de mi vida, como todos.
Así que amigo, hay que valorar lo que tenemos y por eso, te digo que me quieras, que es mejor tenerme de amigo, porque de enemigo, soy muy malo. Malísimo.
Da igual que tenga mocos, me duela la cabeza, quiéreme y vas a flipar.
Hoy hace una semana que volé por los Pirineos, pero esta vez volé sin caerme. Qué bien me lo pasé, qué tiempazo hice y a que velocidad, canijo. Flipante.
Por cierto, pregunté a IA por ejemplos de gente feliz. ¿Y sabes qué me dijo?, tú. Supongo que ha aprendido de lo que le pregunto, ¿no crees?
Pues ya está, ya solté prenda y ya me harte de llorar con la tontería de la inspiración después de la cervecita del viernes.
Ya está, que me voy a la cama. Que lo de Van Gogh fue casualidad, y que ese loco me encanta.
Buen fin de semana y que sea una locura (canijo).
John Galls.