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Voz pálida.

Cuando mi voz, pálida, muerta y sin sonido, se escuche. Me recordarás como alguien especial. Una persona distinta. Tal vez, entonces, tengas piedad y compresión de mi. Entenderás mis "porqués". Entonces estaré feliz y muerto. Alegre y vivo el otro mundo. Yo hoy, desde este cruel y absurdo mundo, te agradezco tus palabras. bkeriano.es

Ha llegado tu final.

Ha llegado el momento. Maldita. Soy libre de ti. Maldita mariposa traicionera. Vuela, disfruta de tus alas y tu alma muerta y fría y odiada, olvidada y perdedora miserable. Y el mundo es mejor sin ti, sin tus recuerdos con tu silencio de hielo y amenaza. A la tumba... A la tumba me llevaré la dulce venganza de esperarte allí de donde nadie vuelve. Hades y su infierno serán tu mejor momento. Disfrútelo.

Enamorarse

Pero si enamorarse es gratis!!!! . Enamorense de todo; de las personas, de las flores, los sentimientos, las emociones, los buenos gestos, los buenos momentos...enamorense, de la vida por dios, que son dos días. Y dejen para después el sufrimiento, el dolor. Piense en ese "objeto" de vuestro amor, rían, sonrían, disfruten....vivan, dejen brotar las emociones, sin derramarlas, dejen palpitar su corazón, dejen a la imaginación fluir libremente, vivan como si de un sueño, un bonito sueño, se tratase. Vivan, vivan, enamorense. Y rían, sueñen y luchen. Luchen por el amor, por las emociones y los sentimientos.

Rima XXXVII

Antes que tu me moriré. Antes que tú me moriré: escondido en las entrañas ya el hierro llevo con que abrió tu mano la ancha herida mortal. Antes que tú me moriré: y mi espíritu, en su empeño tenaz se sentará a las puertas de la Muerte, que llames a esperar. Con las horas los días, con los días los años volarán, y a aquella puerta llamarás al cabo. ¿Quién deja de llamar? Entonces que tu culpa y tus despojos la tierra guardará, lavándote en las ondas de la muerte como en otro Jordán. Allí, donde el murmullo de la vida temblando a morir va, como la ola que a la playa viene silenciosa a expirar. Allí donde el sepulcro que se cierra abre una eternidad, todo lo que los dos hemos callado lo tenemos que hablar. Gustavo Adolfo Becquer (1836-1870)

LXVIII

LXVIII No sé lo que he soñado en la noche pasada. Triste, muy triste debió ser el sueño, pues despierto la angustia me duraba. Noté al incorporarme húmeda la almohada, y por primera vez sentí al notarlo de un amargo placer henchirse el alma. Triste cosa es el sueño que llanto nos arranca, mas tengo en mi tristeza una alegría... ¡Sé que aún me quedan lágrimas!