Caminando por el sendero, una luz me atravesó.
Furor provocador, mirada alta, sonrisa del alma y silencio.
Diálogos sinceros, y confianza rauda, encuentro extraño y latir veloz.
Pero la fugaz la conciencia, martillo vital me la arrebató.
Yo nada quería, mas que agitar el alma mía. Rota por mi desdicha, y por traición.
Confundió sensibilidad y bondad, pura y limpia, y eso me dolió. No quiero castillos en el aire, ni princesas encantadas, ni aplausos ni clamor. Sólo confianza y un Mar sanador.
Yo nada quería, mas que relajar el alma mía, hastiada y rota. Recuperar la sonrisa, por mil batallas perdidas, resucitar a la poesía muerta y fría.
Yo nada quería, solo cuidar la flor, mi Mar fugaz y esperanzador. Recuperar la entrañas mías, dispersas y rotas, pero vivas y palpitante.
Yo nada quería, pero solo levantar la cabeza, y dejar mis pesadillas, recuperar "mi niño", aquel chiquillo indefenso y miedoso, aquel "juanillo" sin regazo real.
A pesar de que nada quería, golpe seco, anodino y abundante me propinó. Mas no puedo quejarme, pues algo sanó, y aunque sigue enferma el mía, tiene otro color.
Recuperar yo quiero, sin ira y sin violencia, mi sonrisa y buen humor. Puedo, y debo gracias a tu amable visión.
Cruel camino, ensangrentados pies, caminante errante y cansado y con sed. No te pido, no te lloro, no te imploro, no te niego tu sonrisa, ni tu mirada "irreal", quieta y azul.
Mi catarsis es innata, simple contemplador. Sentado estoy en el camino, taciturno y pensador, esperando a mi mejor versión.
Acepto tu distancia, y cercana armonía, tu sonrisa, tu perfume, tu amabilidad extrema y tu buen humor.
Abierto de par en par está mi corazón, pero sin rencor, con amistad sincera, así te quiero yo.
Hastiado el caminante, y apagado el camino quedó. Y yo como antes, pero con tu mirada y tu voz. Mas todos lleno de colores y un buen sabor.
Gracias mi flor, mi poesía lejana, real en la imaginación, perfecta y secreta.
azulmar.